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¿Entreno o desayuno primero?

Los expertos recomiendan no salir a correr ayunas, sino tomar algo ligero que favorezca el rendimiento y la posterior recuperación.

Son muchos los que saltan de la cama a primera hora de la mañana para salir a correr antes de comenzar su actividad laboral sin desayunar. Bajo la hipótesis de que correr con el estómago vacío proporciona un efecto quemagrasas, los partidarios de esta práctica consideran que es un método infalible para adelgazar. Sin embargo, el bando opuesto desaconseja este hábito por la hipoglucemia que puede producir a la larga entrenar en ayunas. ¿Quién tiene razón y quién se equivoca?

El cuerpo humano, esa máquina (casi) perfecta que funciona de manera tan compleja y coordinada, necesita combustible para desempeñar las actividades de la vida cotidiana. Pese a las muchas corrientes que apoyan la idea de que correr en ayunas resulta beneficioso para la quema de grasas, existen evidencias de que la diferencia en cuanto a la pérdida de tejido adiposo no es tan significativa, especialmente si se trata de corredores amateurs.

No hay necesidad de tomar un desayuno completo antes de engrasar las piernas corriendo, más bien se trata de suministrar al organismo una dosis de energía adecuada para rendir durante el entrenamiento. Los expertos recomiendan romper el ayuno con un tentempié ligero –en función de los kilómetros que tengamos por delante– con el fin de activar el metabolismo: fruta fresca, pan tostado, un sándwich, un batido con hortalizas y frutas, un zumo natural, etc. Procuraremos evitar productos proteicos y grasos, dado que su digestión es más lenta.

De este modo se evitaría sufrir bajones de glucosa y comprometer el desempeño deportivo. También hay que tener en cuenta que correr en ayunas puede producir un efecto rebote: tendremos más hambre de lo normal y será fácil caer en excesos. Lo ideal después de correr sería completar un desayuno con proteínas de alto valor biológico para que el músculo crezca y se recupere antes, y no salir del paso preparando algo rápido sobre la marcha o comiendo cualquier cosa en la cafetería del gimnasio o del trabajo.

Si no actuamos con cautela, nos exponemos a un riesgo innecesario corriendo en ayunas. Siempre habrá alguien que afirme: “Pues yo corro maratones y siempre salgo a correr en ayunas”. Perfecto, pero este tipo de hábitos son personales e intransferibles. “¿Corriendo en ayunas perderé más peso antes?“. Hay teorías, opiniones y estudios científicos para todos los gustos. “¿Entreno o desayuno primero?”. Esta disyuntiva me trae a la mente la imagen de esos corredores ocasiones que se forran de ropa para sudar más con el propósito de quemar grasa: no solo es una técnica inútil para deshacerse de los kilos que sobran, impidiendo la transpiración con fibras sintéticas, o incluso plásticos, pues lo único que se consigue es incrementar la temperatura corporal y contribuir a que se produzca un golpe de calor o una lipotimia.

Fuente: muyenforma.com